Pocos comprenden la importancia que tuvo DMOZ en la historia del SEO. En base al esfuerzo de sus editores humanos, DMOZ intentó buscar un sentido al sinsentido de la internet. Y tan meritorio fue esto que, en una época, Google mismo extraía datos de DMOZ para crear los snippets de las páginas de resultados, cuando el sitio estaba inaccesible.
La vieja escuela de SEO de luto
Lograr salir listado en DMOZ era la puerta de acceso al posicionamiento orgánico, sin vueltas. Para algunos, la espera era de meses, hasta años. Para otros afortunados, con algún contacto dentro del team de editores, la aparición en DMOZ garantizaba que los rankings se dispararan, y le otorgaba jerarquía y calidad al sitio.
DMOZ ha muerto. Para los que hacen SEO “de la vieja escuela” será como jugar al póker con una baraja sin ases. Sin dudas, será extrañado por muchos, pero ya habíamos aprendido a prescindir de él, y de otros directorios también. Era como el choque de dos trenes de frente: la mera existencia de buscadores, y otros sitios que aglutinan enlaces conspira contra el concepto de “calidad” de Google, basado principalmente en el contenido y la calidad de la experiencia del usuario. Cuando un sitio falla en eso, no hay directorio que ayude con las métricas.
Así, con el paso del tiempo, los detalles que antes lo hacían un sitio despojado de atractivos visuales, para centrarse solamente en la calidad de los enlaces que incluía, se tornaron descuidados, imagen de la pobreza a la que estaba quedando inexorablemente relegado. Adiós DMOZ, símbolo de una era que no volverá más.
Autor: Andrea Picaso
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